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Por qué elegir vinos con tapones de corcho puede salvar bosques en Portugal

Pocas veces puede darse entre el hombre y la naturaleza una situación tan particular como la de la producción de corcho: un material que puede dar grandes ganancias a trabajadores rurales sin perturbar la salud de los bosques de alcornoques, de donde se extrae. 

Sin embargo, el principal uso que se le da a este material, la manufactura de tapones para botellas de vino, está decayendo. Desde hace algunos años, los productores están cambiando los tapones de este material sostenible por otros sintéticos, bajo la premisa de que éstos son más seguros. 

Mientras concluye la cosecha anual de alcornoques en Portugal, es una buena oportunidad para entender este problema y poder tomar acciones al respecto. 

Como mencionábamos antes, el corcho proviene del alcornoque, un particular árbol de la zona del Mediterráneo (Portugal, sur de España, Marruecos, Algeria y Turquía) cuya corteza puede ser cosechada para obtener este material cada nueve años sin perturbar la salud del mismo. 

El mismo tiene un sistema de raíces que actúa como regulador de agua y reafirmante del suelo, y ofrece sombra para otras especies en las zonas semiáridas donde crece. Cada uno de estos árboles sostiene a otras 100 especies, y se calcula que los bosques de alcornoque secuestran 10 millones de toneladas de CO2 al año. 

Así, el usufructo del corcho no sólo no daña al medio ambiente, sino que ayuda a dar valor a los alrededor de 350 bosques de alcornoque que quedan en el mundo, que de otra forma podrían ser derribados para dar lugar a la producción de otros materiales más valiosos el eucalipto para producir pulpa de papel.


Entonces, ¿por qué se está dejando de usar este producto? Una de las razones es la posibilidad de TCA, una contaminación del corcho que puede echar a perder grandes cantidades de vino. De acuerdo al artículo de The Guardian que describe esta situación, la industria portuguesa ha invertido grandes cantidades de dinero en erradicar el asunto y este tipo de contaminación ya no debería ser un problema, pero su tardía acción los ha llevado a perder la confianza de los productores de vino. 

Por otro lado, los tapones sintéticos han logrado bajar los precios de los vinos, y los productores de los mismos aseguran que el corcho natural es muchas veces aglomerado con sintéticos, por lo cual puede ser tan no-biodegradable como sus productos. 

Si bien se está promocionando el uso del corcho en otros productos (desde zapatos hasta carteras y paraguas, pasando por todo tipo de artículos de moda), los principales productores siguen apuntando a la producción de tapones de vino. 

¿Qué podemos hacer como consumidores, entonces, para cambiar el destino de los alcornoques? Por más que los tapones de corcho no sean del todo biodegradables, el objetivo de preservar los bosques debería ser suficiente incentivo para fijarnos qué botella de vino estamos eligiendo la próxima vez que vayamos al supermercado. ¿No están de acuerdo? 

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